Están las series que nos muestran la
realidad de una forma extremadamente cruda y neuróticamente cruel y las
edulcoradas, las de ‘vomitemos arco iris juntos’ que nos disfrazan la realidad
en forma de gran mentira hasta tal punto que uno se siente estafado ante tan
incoherencia. Como es un país libre
(bueno, me entendéis) , y quejarse más o menos gratis, me tomo la libertad de
hablar sobre las segundas. Las que te suben un poquito la glucosa, no aptas
para diabéticos y las perfectas para las más moñiles o un plan autodestructivo
de tarrina de helado y pañuelos (no penséis mal).
Estaba viendo yo una nueva serie
recomendada por una personita de esas de las que te fías a la hora de elegir en
que series invertir tu tiempo y no pude evitar tener pensamientos contradictorios
allthetime. La serie en cuestión es My mad fat diary.
La mayoría de series creo que buscan que
simpatices con su protagonista (incluso con algún antagonista con grandes dosis
de carisma) pero en esta digamos que lo dejan un poco a tu experiencia y
elección.
No os voy a resumir la serie porque para
eso está gugel pero el caso es que #ojospoiler en la susodicha la protagonista
de más de 100 kilos acaba fichando con el guaperras del instituto. Que yo no
digo que esto no pueda pasar pero, no, es exactamente lo que estoy diciendo. Me
explico: Casos extremos hay en todas partes, pero no dejan de ser eso,
supuestos aislados , la excepción que confirma la regla. Y la regla es, señores,
que al final el guapo elige a la guapa (a la no tan fea ,a la no tan
gorda…antes de que me acribilléis recordar que hablamos de extremos y ahora
refiero que hablo de movernos en la media de la normalidad), Disney no estaba
tan desencaminado en eso. Que si, que
hay de todo en este mundo de Dios pero no me intentéis vender ciertas cosas
porque por ahí no paso, me parecen cero creíbles, LO SIENTO.
No digo que por su físico ciertas
personas estén condenadas a la soledad y al fracaso en el ámbito sentimental, ni
tampoco que no puedan tener derecho a estar con quien quieran, pero la realidad
es que por desgracia en esta sociedad valoramos demasiado un físico que está
basado en unos estándares y criterios sociales determinados y prefijados que se
supone que son la perfección. Y esto cuenta para todo.
Es tan fácil y tan bonito hacer apología
de los valores por encima de todo lo demás, del amor libre y todas esas cosas
que prefiero destripároslo un poquito. (No significa que piense que como utopía
sería perfecto)
¿Por qué vas a estar con un pseudo-orco pudiendo estar con un mozarrete
esculpido por el mismísimo Miguel Ángel? Ah,si ,lo olvidaba, la personalidad.
¿Aceptamos el amor
que creemos merecer o tenemos mayores expectativas?
Que tire la
primera piedra aquel que viese una pareja donde uno de ellos desmereciese
claramente al otro y no pensase eso de ‘la chupará bien’ o algo similar antes
de tirar por el ‘tendrá una personalidad arrolladora’. Somos así, porque la
experiencia nos ha hecho así.
Todos somos en
mayor o menos grado y a nuestra manera superficiales. Y eso es una verdad como
un templo Romano. Por suerte a veces el grado de superficialidad es mínimo y se
anteponen cosas más importantes, como se supone que debe ser. Pero claro, yo
aquí no he venido a hablar de lo que
debe ser, sino de lo que es o suele ser. Soy consciente de que esta entrada es
la de la controversia, pero también he intentado ser un poco radical, porque
amoldarse al pensamiento general o a la opinión más popular como digo no me va
demasiado.Un beso guapers!